Alguna vez pensaste como reaccionarías, antes una inminente destrucción del mundo? En reiteradas oportunidades, lo analicé; pero sin demasiada profundidad. Extrañamente mis sueños, me transportan a una dimensión desconocida, un tanto olvidada e incluso dejada de lado por las preocupaciones y el trajín diario.
Para plantearlo gráficamente, un “hombrecito”, noche a noche se dedica a preparar el montaje para esa función nocturna que va a ser mi sueño. Este señor parece no descansar y comienza a sacar de ese enorme baúl, que es mi cabeza, imágenes, sonidos, recuerdos… en fin, lo necesario para rodar la película.
Como no podía ocurrir de otra manera, anoche no fue la excepción y comenzó el rodaje. Transcurre en una situación algo desesperante. De ante mano informo que mis sueños carecen de coherencia.
Me encontraba en algo así como a la orilla de un lago. La costa del mismo estaba desolada y teñida de un color rojizo, al igual que el cielo, como un eterno atardecer, de esos que tiñen todo el cielo de un color naranja. Solo había unas antiguas ruinas de construcciones milenarias, al parecer romanas, bastante sepultadas por arena. Miles y miles de personas vagaban por la costa, sin demasiadas preocupación, al menos era lo que sus rostros denotaban. Yo tenía que ir hasta el centro de lago a buscar algo que se encontraba en el fondo, (en ningún momento del sueño se definió, que era lo que iba a buscar) dentro de un determinado lapso de tiempo, y llevar “eso” hasta las ruinas. No entendía el significado de la llave, pero al parecer, era necesaria para evitar un cataclismo que debía acaecer de manera inexorable. La cuestión es que dentro del lago habitaba una personalidad siniestra que estaba a la espera del agotamiento del tiempo, para de esta manera hacer sucumbir el planeta en una explosión. Me dispongo a emprender mi tarea, subo a un bote de madera y comienzo a remar. De pronto todo pareció enmudecer, alguien más estaba conmigo en la precaria embarcación. Mi hermana, pero con otro rostro. Se mostraba verborrágica y parloteaba sin sentido. A todo esto, la situación se tornó insostenible cuando olas de gran porte hicieron volcar nuestro bote, dejándonos a la deriva. Mezcla de miedo con desesperación me invadieron cuando ví que mi hermana no reaccionaba. Me dispuse llegar a la orilla, procuré que su cabeza se mantuviera fuera del agua, y comencé a nadar (extraño de por si, porque no se). Llegué exhausta, y trato de incorporarme; cuando vuelvo la visual hacia ella, se despierta como si nada hubiese ocurrido, de pié, dentro del bote y completamente seca. Sin mucha noción de lo que estaba ocurriendo, comencé a correr hasta las ruinas. Si bien, no había recogido nada del lago, al parecer llevaba lo necesario para evitar la catástrofe.
Cuando llego, cambia el escenario, ahora en el fondo de casa. Deposito “eso” bajo un naranjo, pero ya era demasiado tarde… tic, tac… se acabó el tiempo… me dirijo hacía un pequeño grupo de personas que aguardaba expectante el desenlace… una terrible voz proveniente del lago, emite frases ininteligibles. Las lágrimas me ahogan, pero de nada sirven ahora. Transcurren los últimos segundos… desesperación en los rostros de todos. Decido tomar de las manos a los que estaban a mi lado, lo cuál es imitado por el resto. Formamos una ronda, y en ese momento visualizo una luz muy potente, y un estruendo ensordecedor… desperté. El corazón latiendo desarmónicamente, respiración agitada, angustia, miedo…
Hace un tiempo no muy lejano, dormía horas extras. Sólo para soñar. Para dejarme llevar por ese mundo que no prohíbe nada, en el cuál me sucede lo mejor y lo peor…
Ahora la imposibilidad de conciliar el sueño, junto con ansiedades, hicieron que no prestara atención a sueños. Despertaba sin recuerdo de haber viajado a ese mundo extraño y fantástico… sonará muy raro, pero no me daban ganas de dormir. El momento de sueño se transformó en un lapsus en blanco. El tema es que siempre soñamos, según afirman, pero mi “amiguito” encargado de proyectar, quizás lo hacía sin ganas y no lo grababa… o mi personalidad a tan “Spielberg”, como dice una compañera de trabajo, se dedicó a trabajar sólo en momentos de lucidez.
Noche tras noche, transcurrían las horas y no lograba conciliar el sueño. Al día siguiente, las actividades habituales, se presentaban como desafíos casi imposibles de llevar a cabo. El cansancio era más notorio día tras día, no sólo físico, sino también mental y espiritual. Ya que en esos momentos, quizás el silencio, o la oscuridad, o la soledad, o la mezcla de todos esos factores, tienden a inducir a la meditación.
Para explicarlo de otra forma, soy demasiado pensante. Tiendo a abstraerme en prolongados monólogos y diálogos internos conmigo. Mantengo un perfil bajo, y no siempre estoy rodeada de gente. Soy bastante introvertida… el barullo me molesta, me aturde… las conversaciones vacías y sin sentido, me aburren e incluso me exasperan… soy partidaria de la tan afamada frase: “procura que tus palabras sean mejor que el silencio”. Me cuesta encontrar personas con las que disfrute estar, la mayoría pareciera estar signada por algo así como una enfermedad crónica de “estupidez masiva”. Altamente contagiosa para mentalidades pobres y personalidades aún no delimitadas, cuyas secuelas resultan desastrosas para quién la padece. Cosas triviales toman protagonismo en la vida de estas personas, y el cerebro va quedando en desuso… sus mentes débiles y carentes de criterio son atrapadas por el consumismo, banalidades, actuando sin responsabilidades, tratando de evitar que la juventud se les vaya de las manos, imitando a seres aún más decadentes…
Y acá yo me abstraigo, me quedo en mi mundo, en silencio, observando… interactuando lo justo y necesario… leí hace unos días atrás, que el tímido es egoísta, porque tiene un ego tan alto que no quiere interactuar para no compartir sus ideas son los demás…
Estos rasgos de mi personalidad, hicieron que esos momentos de insomnio, se transformaran en verdaderas pesadillas; los soliloquios se multiplicaron, pero ahora de forma agresiva para conmigo. Analizando mi presente, mi entorno, tratando de visualizar mi futuro…
Para plantearlo gráficamente, un “hombrecito”, noche a noche se dedica a preparar el montaje para esa función nocturna que va a ser mi sueño. Este señor parece no descansar y comienza a sacar de ese enorme baúl, que es mi cabeza, imágenes, sonidos, recuerdos… en fin, lo necesario para rodar la película.
Como no podía ocurrir de otra manera, anoche no fue la excepción y comenzó el rodaje. Transcurre en una situación algo desesperante. De ante mano informo que mis sueños carecen de coherencia.
Me encontraba en algo así como a la orilla de un lago. La costa del mismo estaba desolada y teñida de un color rojizo, al igual que el cielo, como un eterno atardecer, de esos que tiñen todo el cielo de un color naranja. Solo había unas antiguas ruinas de construcciones milenarias, al parecer romanas, bastante sepultadas por arena. Miles y miles de personas vagaban por la costa, sin demasiadas preocupación, al menos era lo que sus rostros denotaban. Yo tenía que ir hasta el centro de lago a buscar algo que se encontraba en el fondo, (en ningún momento del sueño se definió, que era lo que iba a buscar) dentro de un determinado lapso de tiempo, y llevar “eso” hasta las ruinas. No entendía el significado de la llave, pero al parecer, era necesaria para evitar un cataclismo que debía acaecer de manera inexorable. La cuestión es que dentro del lago habitaba una personalidad siniestra que estaba a la espera del agotamiento del tiempo, para de esta manera hacer sucumbir el planeta en una explosión. Me dispongo a emprender mi tarea, subo a un bote de madera y comienzo a remar. De pronto todo pareció enmudecer, alguien más estaba conmigo en la precaria embarcación. Mi hermana, pero con otro rostro. Se mostraba verborrágica y parloteaba sin sentido. A todo esto, la situación se tornó insostenible cuando olas de gran porte hicieron volcar nuestro bote, dejándonos a la deriva. Mezcla de miedo con desesperación me invadieron cuando ví que mi hermana no reaccionaba. Me dispuse llegar a la orilla, procuré que su cabeza se mantuviera fuera del agua, y comencé a nadar (extraño de por si, porque no se). Llegué exhausta, y trato de incorporarme; cuando vuelvo la visual hacia ella, se despierta como si nada hubiese ocurrido, de pié, dentro del bote y completamente seca. Sin mucha noción de lo que estaba ocurriendo, comencé a correr hasta las ruinas. Si bien, no había recogido nada del lago, al parecer llevaba lo necesario para evitar la catástrofe.
Cuando llego, cambia el escenario, ahora en el fondo de casa. Deposito “eso” bajo un naranjo, pero ya era demasiado tarde… tic, tac… se acabó el tiempo… me dirijo hacía un pequeño grupo de personas que aguardaba expectante el desenlace… una terrible voz proveniente del lago, emite frases ininteligibles. Las lágrimas me ahogan, pero de nada sirven ahora. Transcurren los últimos segundos… desesperación en los rostros de todos. Decido tomar de las manos a los que estaban a mi lado, lo cuál es imitado por el resto. Formamos una ronda, y en ese momento visualizo una luz muy potente, y un estruendo ensordecedor… desperté. El corazón latiendo desarmónicamente, respiración agitada, angustia, miedo…
Hace un tiempo no muy lejano, dormía horas extras. Sólo para soñar. Para dejarme llevar por ese mundo que no prohíbe nada, en el cuál me sucede lo mejor y lo peor…
Ahora la imposibilidad de conciliar el sueño, junto con ansiedades, hicieron que no prestara atención a sueños. Despertaba sin recuerdo de haber viajado a ese mundo extraño y fantástico… sonará muy raro, pero no me daban ganas de dormir. El momento de sueño se transformó en un lapsus en blanco. El tema es que siempre soñamos, según afirman, pero mi “amiguito” encargado de proyectar, quizás lo hacía sin ganas y no lo grababa… o mi personalidad a tan “Spielberg”, como dice una compañera de trabajo, se dedicó a trabajar sólo en momentos de lucidez.
Noche tras noche, transcurrían las horas y no lograba conciliar el sueño. Al día siguiente, las actividades habituales, se presentaban como desafíos casi imposibles de llevar a cabo. El cansancio era más notorio día tras día, no sólo físico, sino también mental y espiritual. Ya que en esos momentos, quizás el silencio, o la oscuridad, o la soledad, o la mezcla de todos esos factores, tienden a inducir a la meditación.
Para explicarlo de otra forma, soy demasiado pensante. Tiendo a abstraerme en prolongados monólogos y diálogos internos conmigo. Mantengo un perfil bajo, y no siempre estoy rodeada de gente. Soy bastante introvertida… el barullo me molesta, me aturde… las conversaciones vacías y sin sentido, me aburren e incluso me exasperan… soy partidaria de la tan afamada frase: “procura que tus palabras sean mejor que el silencio”. Me cuesta encontrar personas con las que disfrute estar, la mayoría pareciera estar signada por algo así como una enfermedad crónica de “estupidez masiva”. Altamente contagiosa para mentalidades pobres y personalidades aún no delimitadas, cuyas secuelas resultan desastrosas para quién la padece. Cosas triviales toman protagonismo en la vida de estas personas, y el cerebro va quedando en desuso… sus mentes débiles y carentes de criterio son atrapadas por el consumismo, banalidades, actuando sin responsabilidades, tratando de evitar que la juventud se les vaya de las manos, imitando a seres aún más decadentes…
Y acá yo me abstraigo, me quedo en mi mundo, en silencio, observando… interactuando lo justo y necesario… leí hace unos días atrás, que el tímido es egoísta, porque tiene un ego tan alto que no quiere interactuar para no compartir sus ideas son los demás…
Estos rasgos de mi personalidad, hicieron que esos momentos de insomnio, se transformaran en verdaderas pesadillas; los soliloquios se multiplicaron, pero ahora de forma agresiva para conmigo. Analizando mi presente, mi entorno, tratando de visualizar mi futuro…
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