19 de agosto de 2008

De la trinchera, al frente...

Si hay algo que todavía no puedo hacer es relajarme o pensar en otra cosa cuando hay algo que me está preocupando, o determinada situación me provoca abstracción, de la que no me es fácil salir. No es con todo, sólo que con situaciones o personas en particular, que tiene un determinado grado de importancia, o al menos tiene un significado para mí.
Quizás el comentario más frecuente que escucho es: “¡ya está! ¡Pensá en otra cosa!...” ¿…? Como si mi cabeza fuese un reproductor de CD, y en caso de escuchar la misma música puedo cambiar la bandeja o de pista…
Les pregunto algo, (y sin ánimo de ofender a nadie)… ¿COMO HACEN? ¿Cómo hacen para pensar aquello que quieren. Como es que adquirieron ese nivel de control mental (o de represión) para elegir que pensar y que no… o en quién si y en quién no…?
Admito que yo intento acallarlos, no escucharlos, llenando cualquier espacio con actividades, ocupando todo, pero todo el tiempo… pero aún así nunca dejé de pensar en “eso que esta dando vueltas”, o si cambié la temática, por abocarme a otra actividad que me demandaba concentración pasa a un segundo plano, pero no se va.
Demoré la entrada al blog, porque el CD está reproduciendo la misma pista hace un par de semanas… Hace un tiempo vengo esbozando una teoría (una de las tantas). Esta es de: "La amenaza del mal venidero". Ese que muchas veces nos frena, y por el cuál nos acobardamos para emprender nuevos rumbos y aventurarnos a la conquista de horizontes desconocidos. Pero… ¿miedo a que?, ¿al fracaso, a herir nuestro amor propio, a salir lastimado?... ¿A perderlo todo? ¿O a tener que trabajar tan duro para conseguir algo que ya teníamos? (esto ya sería vagancia); ¿o estamos demasiado “cómodos “ en nuestra actitud “si no arriesgo, no pierdo”... pero tampoco se gana… Si al fin y al cabo… ¿de que se trata vivir entonces? ¿de estar encerrado? ¿De estar atrincherado?...
¿Y que es una trichera?. Me remito a su definición según el DRAE: “Zanja defensiva que permite disparar a cubierto del enemigo.” Esto, claro está, aplicado en el ámbito militar.
Pero voy a hacer una comparación con lo personal, lo sentimental... y por que no con el proceder de muchas personas, incluyéndome... ¿Quién no cavó y se agazapó en una trinchera en alguna oportunidad o frente a una situación, que lo dejó "no del todo bien"? Visto desde esta perspectiva. podría aseverar que una trichera es: un lugar delimitado, en el cuál no hay demasiada libertad de movimientos, y la actividad de quién se encuentra en ella, es básicamente una sola: defensa. ¿De que o de quién? NO IMPORTA. La cuestión es defenderse de algo que según nosotros es “dañino”. Quiero destacar otro aspecto de la definición primigenia, que se adapta plenamente a nuestra analogía, “…permite disparar a cubierto”, o lo que es lo mismo, camuflado, aparentando ser lo que no es; esperando que el enemigo avance confiado para asestar el blanco, y dependiendo desde el punto en que se encuentre el observador, se consideraría cobardía.
Bien, les diré que para mi una trinchera, no es más que “un hueco enlodado en el que me revuelco, o al menos me venía revolcando”. Una vez dentro de la trinchera, no es fácil salir. Por temor a que el enemigo circunde la zona. El habitante se encuentra, “felizmente limitado”… ¿? Pese al aislamiento, y necesidades que se sufren dentro de ese pozo, se disfruta del barro y del las inclemencias del tiempo. Esa zanja otorga una pseudo seguridad, o protección que no tiene el soldado que va al frente, al cuál le llueven los disparos y los ataques, pero no por eso abandona el campo de batalla. Uno a uno ve caer a sus amigos, y sin embargo sigue, pero ¿que lo impulsa?... ¿la gloria? ¿La victoria?... o cayó en la cuenta que su existencia es demasiado efímera y fugaz como para permanecer oculto en un hueco… y se dedicó a vivir y a sentir… ¡pero en serio!. O tal vez reflexionó, que ninguna situación se vuelve a repetir (al margen los “deja vu”) y que “lo que no mata, fuerza te da”… o tal vez oyó ese proberbio griego que reza: "Mientras el tímido reflexiona, el valiente va, triunfa y vuelve"...
Nadie advierte que camino hay que tomar, y en nuestras decisiones, puede que nos equivoquemos. En el momento, uno sale al circo romano, como un gladiador, a pelearla… con lo que tiene, dejando los miedos, defendiéndose con lo que sea, pero de cara al atacante… matar o morir… sólo para conseguir la libertad (como los gladiadores) o la felicidad (en nuestro caso)